A ver, seamos honestas… desde chiquitas nos han vendido la idea de que “para ser felices necesitamos estar con alguien”.
El famoso cuento de la media naranja, el “cuando llegue mi persona especial seré feliz”, el “cuando tenga familia estaré completa”.
Y claro, ¿qué pasa? Que nos pasamos la vida esperando. Esperando a que aparezca esa persona que lo cambie todo, y cuando finalmente llega, ¡zas! Las expectativas se caen al suelo.
Porque no, no siempre es como en las películas:
- No deja todo por ti.
- No eres su prioridad número uno.
- No se desvive de amor las 24 horas del día.
(Obvio, hay casos de excepción, pero en la vida real la cosa es diferente).

Cuando nos perdemos en el otro
Y aquí te hago una pregunta: ¿y tú, realmente eres todo eso para la otra persona? 🤔
Muchas veces, como mujeres, sí lo somos. Lo damos TODO.
- Dejamos de hacer lo que nos gusta.
- Nos adaptamos a sus tiempos, sus hobbies, sus sueños.
- Y en el camino… nos perdemos de nosotras mismas.
Nos olvidamos de nuestro propósito, de ese Why que cada una trae al mundo.

La vida (y el universo) siempre nos sacan de donde no florecemos
Te cuento algo muy personal: yo estuve en un lugar donde mi luz se estaba apagando. Sentía que tenía que hacer más y más para “ser suficiente”. Y ¿sabes qué? Si alguien no te ama tal cual eres, en verdad no te ama.
Salir de ahí me dolió un montón (sí, todavía hay recuerdos que aparecen), pero también entendí algo: merezco más.
Merezco alguien que:
- Me ame por quien soy.
- No quiera cambiarme.
- No me juzgue ni me haga sentir pequeñita.
Lo que quiero ahora es justo lo contrario:
un amor en equipo, con propósito, con risas hasta llorar, con viajes, con locuras, con confianza infinita, con respeto, con complicidad y con paciencia.
Un amor que sea refugio, pero también alas.

Pero ya no tengo prisa
Hoy ya no me desespero por encontrarlo. ¿Por qué?
Porque aprendí a estar conmigo misma.
- A darme a mí todo eso que antes buscaba afuera.
- A serme fiel, a perdonarme, a enamorarme cada día de mí.
- A disfrutar de mis pasiones, descubrir mi propósito y dejar huellitas de luz en quienes me rodean.
Cuando aprendes a estar sola, descubres lo que amas, lo que no, y dejas de aceptar migajas.
Y cuando llegue esa persona, sé que será como un imán, inevitable.

Mientras tanto, disfruta
Si tú también sientes esa impaciencia por encontrar a tu persona especial, te invito a que veas esto con otros ojos:
¡Qué hermoso que aún no la conoces! 😍
Significa que tienes este tiempo solo para ti, para tus sueños, para romperla en lo que amas, para crecer.
Y si alguna vez te entra la desesperación… escríbele una carta. Una carta para ese alguien que aún no llega. Cuando lo conozcas, leerla juntos será pura magia.

🌸 Reflexión final
Dejemos que la vida, Dios o el universo se encarguen de unirnos con la persona correcta.
Nuestra tarea es otra: disfrutar cada día como si fuera el último, porque en serio… nadie sabe si tendremos mañana.
Entonces dime:
¿Cómo sería esa persona especial con la que sueñas compartir la vida? 💌




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